Carlos y Rita caminaron lentamente desde el Parque Infantil hasta el Parque Fundadores de Villanueva. Ella llevaba un cartel escrito a mano y él sostenía una bandera que se movía con el viento. Sus pasos eran pausados, acompañados por familiares, vecinos y amigos que decidieron salir a la calle para pedir la libertad de Carlos Alberto Cañas, su hijo, detenido desde hace once meses en Venezuela.




El recorrido no fue largo en distancia, aunque sí en significado. La pareja, de avanzada edad y con quebrantos de salud, se unió a la movilización nacional que busca visibilizar la situación de treinta y siete colombianos privados de la libertad en ese país. En Villanueva, el clima adverso no detuvo la convocatoria y decenas de personas vestidas de blanco caminaron junto a ellos.
Durante la jornada, Jorge Andrés Cañas, hermano del retenido, recordó que después de agotar los caminos jurídicos y diplomáticos lo único que queda es hacer visible el caso. Explicó que la solución no depende de instancias intermedias sino de la voluntad de los presidentes de Colombia y Venezuela.


Jaime Cañas, otro de los hermanos, agradeció la solidaridad de la comunidad villanuevense. Reconoció que pese a las dificultades del día la marcha fue una muestra de respaldo y pidió al presidente Gustavo Petro que intervenga en favor de los connacionales detenidos.
La imagen de los padres encabezando la marcha concentró la atención de quienes los acompañaban. Avanzaron todo el trayecto apoyados en otros marchantes y con la firmeza de quienes no pueden esperar más. Carlos Cañas, el padre, expresó que su hijo no tiene antecedentes y que aún así permanece en prisión. Recordó además que la Cancillería no les ha entregado información clara sobre su estado.




La familia insiste en que su clamor no se limita a un caso particular. Al igual que ellos, otras treinta y seis familias colombianas esperan noticias de sus seres queridos recluidos en cárceles venezolanas. Desde Villanueva quisieron sumarse al llamado nacional para que esta situación deje de permanecer en silencio.
Al terminar la marcha, Carlos y Rita permanecieron en el parque rodeados por vecinos que los saludaban y les ofrecían palabras de apoyo. La caminata había sido exigente, pero su gesto dejó en claro que seguirán insistiendo. Para ellos cada paso dado en la calle es también un recordatorio de que no renuncian a la esperanza de ver a su hijo de regreso.



