La temporada comienza este sábado 4 de octubre y se extenderá hasta fin de mes. Entre semana, las funciones se realizarán para comunidades organizadas por barrios a través de las Juntas de Acción Comunal, y los fines de semana la carpa abrirá sus puertas a todo el público, siempre con entrada libre a partir de las 7 de la noche.

Más allá de ser un espectáculo de trapecistas, magos, malabaristas y payasos, el circo es también un lugar donde los soldados encuentran otra forma de servir. Uno de ellos es el soldado profesional Luis Fernando Alarcón Tokora, quien en el escenario se transforma en “Topito de América”.
Alarcón se vinculó al Circo Colombia y descubrió que el maquillaje y la nariz roja también podían ser una forma de servicio. “Con el uniforme soy una persona seria, pero en el circo me caracterizo como payaso. Lo más importante es el cariño de los niños y sus familias”, comentó. Bajo el nombre artístico de “Topito de América”, ha recorrido distintos municipios llevando risas y cercanía.

Su historia comenzó hace más de 15 años, siendo un hijo de Ibagué, allí prestó su servicio militar. Más tarde, decidió continuar la carrera como soldado profesional y pasó por distintas unidades, entre ellas la Brigada Móvil 34 en Arauca. Su trayectoria estuvo marcada por la disciplina y la seriedad, hasta que en el camino se cruzó con un cabo que hacía recreación y caracterizaciones de payaso. Ese encuentro fue el inicio de una nueva faceta que no había previsto.
Para él, cada función es un compromiso. No siempre el público reacciona igual, hay noches con muchos aplausos y otras con silencio tímido. Sin embargo, su premisa es la misma, mantener la actitud y sostener el espectáculo hasta el final. “Ser artista circense y caracterizarse de payaso no es fácil, no es para todo el mundo. Es un trabajo que exige gusto y dedicación”, afirmó.
En Villanueva, Topito será uno de los protagonistas del Circo Colombia. Con la esencia y aptitud que lo caracterizan, rápidamente paso de soldado a artista y realizo una cordial invitación. Lleno de su carisma y esa parte de él que le hace feliz, se convenció de que, aunque cambie el escenario, su misión como soldado sigue siendo la misma: servir, ahora desde la alegría.