En el corazón del barrio El Mirador, bajando una colina, una tradición persiste iluminando no solo calles y parques, sino también los corazones de sus habitantes, liderando este esfuerzo está José Galindo, un hombre que, durante más de una década, ha dedicado su tiempo y energía a transformar este rincón de Villanueva en un faro de esperanza y comunidad durante la temporada navideña.

El profe José, como lo llaman cariñosamente, llegó a El Mirador hace catorce años, cuando el barrio era conocido más por sus problemas que por sus logros. “El barrio tenía mala fama,” recuerda, “era un lugar donde la basura se acumulaba y los rumores oscuros eran frecuentes, «el barrio de los milagros» decían, porque todo lo que se perdía aparecía acá”, decidido a cambiar esa narrativa, comenzó con algo sencillo, limpiar los espacios públicos e incentivar a la comunidad para no depositar sus residuos en espacios indebidos.

“Pensé que podíamos iluminar algo, dar vida a las calles durante la navidad,” dice, lo que comenzó como un esfuerzo modesto para decorar unos cuantos árboles se ha convertido en una tradición anual del barrio entero. Hoy, El Mirador es conocido por su decoración navideña, una tradición que atrae a visitantes de toda Villanueva.

El proceso no ha sido sencillo, cada año, don José, lidera una campaña de recaudación de fondos, yendo de puerta en puerta, organizando rifas y ventas de comida. “La comunidad siempre responde,” asegura con una sonrisa, este año, lograron recaudar más de dos millones de pesos, suficiente para cubrir los costos de luces, pintura y otros materiales. “No es solo decorar; es embellecer, queremos que el barrio luzca alegre y vivo.”

Los vecinos son parte fundamental, sobre todo los niños, “siempre recibimos apoyo de todos los vecinos, y realmente, a ellos quisiera felicitar”, más allá de las luces, esta tradición ha renovado el tejido social del barrio, el profe José Galindo, presume que ahora se puede caminar desde el principio de la loma hasta el final sin observar ni un solo papel o basura.

Para don José, este trabajo es un acto que enseña el espíritu navideño y deja un legado, “seguiré haciendo esto mientras tenga fuerzas,” afirma, aunque su rostro muestra las marcas de los años, sus ojos brillan con la energía de alguien que cree firmemente en el poder de la comunidad y en el espíritu de la navidad.

Al recorrer las calles iluminadas de El Mirador, queda claro que esta iniciativa es mucho más que luces y adornos, es un recordatorio de que incluso en los lugares más olvidados, la determinación y el trabajo en equipo pueden encender una chispa de esperanza que brilla todo el año.

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