Villanueva vivió noches de música que marcaron el pulso del Festival Nacional de Colonias. La edición número 35 reunió a miles de personas en torno a la tarima principal, donde distintos géneros se sucedieron y convirtieron al municipio en un escenario de diversidad cultural.

La tarima principal fue el centro de atracción. Giancarlo Centeno llevó al público por un repertorio de vallenato que conectó con memorias compartidas, mientras Yeison Jiménez puso a corear a miles con su energía popular y El Heredero debutó en Villanueva con su estilo carranguero, logrando que la tarima entera lo acompañara. Cada noche tuvo un matiz distinto y cada artista sumó un público diverso que reforzó el carácter plural del evento.

La expectativa mayor se concentró en la presentación de Carlos Vives y su tour El Rock de mi Pueblo Vive. Su propuesta no se limitó a un concierto. El repertorio, que entrelaza vallenato, cumbia, pop y rock, mostró cómo los sonidos del Caribe y del interior se encuentran para construir una identidad compartida. Ese mismo diálogo musical define al Festival de Colonias, regiones distintas que conviven en un mismo lugar y voces que al unirse producen una memoria común. Cuando las primeras notas de La gota fría resonaron, jóvenes y adultos cantaron al unísono, confirmando que la música, al igual que el festival, trasciende generaciones y fronteras.

Uno de los momentos más memorables fue la presentación en conjunto de Carlos Vives y Jhon Emiliano Olmos

Con un montaje técnico propio de escenarios internacionales, Vives interpretó dieciocho canciones que recorrieron distintas etapas de su carrera. Clásicos como Pa’ Mayte o Carito se alternaron con temas recientes como Canción Bonita. Esa mezcla, entre lo nuevo y lo tradicional, se convirtió en metáfora de lo que ocurre en Villanueva, una fiesta que respeta la raíz cultural y al mismo tiempo proyecta al futuro un territorio que se piensa turístico y diverso.

El festival dejó en evidencia la importancia de la organización. Desde la logística en los accesos hasta la coordinación con autoridades locales, la edición 35 mostró aprendizajes de años anteriores y elevó el estándar de calidad. La experiencia refuerza un reto, mantener el nivel alcanzado en futuras ediciones y seguir consolidando al evento como referencia en la agenda cultural del país.

Más allá de las cifras que en los próximos días se espera que se den a conocer para dar cuenta de su impacto económico, la memoria que queda es la de un pueblo convertido en anfitrión de Colombia. El Festival Nacional de Colonias demostró nuevamente que la cultura no es un gasto pasajero, sino una inversión que dinamiza la economía fortalece la identidad y proyecta a Villanueva como destino cultural y turístico.

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