Elvia y Alí, un matrimonio venezolano que llegó a tierras colombianas buscando una vida mejor, se despidieron hoy de su hijo, Moisés Felipe Ochoa Tovar. Su cuerpo, hallado sin vida el pasado 18 de octubre en una vía secundaria de Villanueva, fue plenamente identificado hace apenas cuatro días, tras 45 angustiosos días de espera por los resultados de Medicina Legal.

La despedida tuvo lugar en el cementerio local, donde familiares, amigos y miembros de la comunidad que conocieron a Moisés se reunieron para rendirle homenaje. En un acto que combinó dolor y amor, Elvia señaló posada sobre el féretro una fotografía de su hijo, mientras su voz temblorosa intentaba sobreponerse a la pena. “Moisés no era solo mi hijo, era mi apoyo, mi orgullo. Quiero que todos lo recuerden por la alegría y bondad con la que vivió. Era un hombre joven, pero con un alma grande”.

Alí intentaba consolarla, pero su mirada delataba la carga de un duelo imposible de describir. Sosteniendo su mano con firmeza, expresó lo que sus palabras apenas podían contener: “Es muy duro perder a un hijo. Moisés era nuestra vida, nuestro motor. Ahora sabemos dónde está, pero ese vacío nunca se llenará”.

El caso de Moisés Felipe sigue siendo una herida abierta, no solo para su familia, sino también para una comunidad que aún espera respuestas. Aunque las autoridades anunciaron el hallazgo de su cuerpo hace casi dos meses, los detalles sobre las circunstancias de su muerte siguen siendo un misterio. Los resultados de la necropsia no se han hecho públicos y, por ahora, la investigación parece avanzar lentamente.

En su desesperación por respuestas, Elvia y Alí se aferran a la esperanza de que las autoridades esclarezcan lo ocurrido. “Moisés no es solo una cifra. Es nuestro hijo, y merece justicia”, comentó Alí, con una mezcla de tristeza y determinación.

Elvia y Alí llegaron a Villanueva desde Venezuela, como tantas otras familias que han cruzado fronteras en busca de una vida más digna. Moisés, el menor de sus hijos, se había convertido en el pilar de esta nueva etapa lejos de casa. Su esfuerzo como trabajador y su carácter solidario lo convirtieron en una figura querida entre quienes lo conocieron.

Hoy, ese lazo invisible que tejió con su comunidad se hizo evidente en el cementerio. Una caravana de personas lo acompañó hasta su última morada, donde las lágrimas y las palabras de despedida se mezclaron con una promesa de recordarlo.

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