En el barrio Bellavista de Villanueva Casanare, dos personas trabajan por un mismo objetivo, don Carlos Cañas y María Excelina Bohórquez, son dos vecinos que, con escoba, rastrillo o pala en mano, siempre están cuidando de su parque, de las calles, los árboles y sus innumerables flores.
Don Carlos, nació hace 84 años en San Vicente de Chucurí, Santander, por su parte, doña Excelina, de 81 años, nació en Vergara Cundinamarca, cada uno con una historia por contar, con sus diferencias, pensamientos y más de una cosa en común, “nosotros tenemos un enemigo con Celi”, comenta don Carlitos, mientras la mira sobre el andén del parque con un rastrillo en la mano, “nuestro enemigo es el mugre y el desorden”, Celina sonríe mientras asiente.
Don Carlos Cañas llegó a Villanueva en 1979 con su esposa, Rita de Cañas, y tres de sus seis hijos, en un tiempo de nuevos comienzos, cuando un arriendo de 3,000 pesos aseguraba un techo y las calles polvorientas invitaban a sueños por construir, tan pronto llegaron, abrieron un almacén que vendía de todo un poco, mientras don Carlos, transitaba entre otros trabajos, hasta convertirse en el primer personero del municipio y concejal por más de siete periodos.
Doña Excelina llegó junto a su difunto esposo, en un año que ya es difícil de recordar pero que sabe, son como 40 años atrás, trabajaba en todo lo que le saliera, en construcción, cocinando, en fincas y hasta en el hotel Villanueva Real, pero sobre todas las cosas, lo que más le gustaba, era la política, en su juventud trabajó ayudándole a Luis Carlos Galán entre otros muchos locales y departamentales que menciona echando la vista atrás.
“No nos gusta estar quietos, en el parque siempre hay algo por hacer”, comenta Celi, como la conocen sus vecinos, mientras se acomoda para la foto junto a su compañero de trabajo, además de la política, la limpieza y su dedicación, “es el sentido de pertenencia, eso es lo que nos motiva a salir a trabajar todos los días” dice don Carlitos.
“Yo creo que la gente entiende mal lo que es un bien público, no significa que porque una administración ponga el dinero para un espacio, entonces los vecinos no debemos cuidarlo”, don Carlos termina de esparcir la tierra de una mata que acaba de enderezar luego de que los niños jugarán por ese sector, “todo lo contrario, nuestro deber como comunidad es mantenerlo igual o mejor de cómo se nos entregó, esa es mi lucha diaria”.
Celina barre las calles, recoge la basura y pelea con uno u otro vecino para que no ensucien, hay días en que forma sus propios equipos de limpieza, ayudándose de los niños que la obedecen para limpiar la basura, las jornadas inician temprano en la mañana, luego, otra ronda en la tarde, cuando el sol no pegue tan fuerte.
Don Carlos, algunos días empieza a las 3 a.m., regando desde un sector hasta donde más pueda, cuando el sol se pone muy fuerte suspende y el riego se termina en la tarde, hasta que todo el parque este completo, algunos vecinos le ayudan en esa labor, “antes de la construcción del nuevo parque, estoy seguro que ningún barrio tenía una mejor jardinería en Villanueva” afirma, “ahora me toca empezar otra vez el trabajo, voy a esforzarme para que no solo tengamos el mejor parque, sino que nuevamente la mejor Jardinería”.
La historia del trabajo diario de doña Celina y don Carlos, de sus esfuerzos, su amor y sentido de pertenencia, permanece en quienes los conocen, en los niños del pasado, en los hijos de ahora y en los que aún llegarán para presenciar su obra, un legado que merece el reconocimiento de quienes en silencio siempre están aquí y allá, honrando y dándole vida al barrio Bellavista.