En Las Canchas Gemelas de Villanueva concluyó la jornada clasificatoria del concurso femenino de zaranda, una de las actividades culturales programadas por la alcaldía municipal durante Semana Santa. El encuentro, exclusivo para mujeres, convocó a participantes de distintas edades, todas reunidas en torno a un mismo gesto: hacer girar el taparo, mantener viva la práctica, demostrar que la tradición sigue en movimiento.

Selenne Pérez en concurso de la Zaranda organizado por la alcaldía de Villanueva

Entre las participantes estuvo Selenne Pérez, joven de 23 años oriunda de Cabuyaro, Meta. Llegó acompañada de su padre, su hermana y su sobrina. Vestía sombrero, poncho y cotizas, y traía consigo varias zarandas, una para cada categoría del concurso: serenita, tatareta y zumbadora. Las había fabricado en casa, junto a su padre, con materiales recogidos en el monte y ensamblados con cuidado. No improvisa. Sabe lo que hace.

“Desde los cinco años ando en esto”, cuenta. Y no es una frase para impresionar. Su vínculo con el llano nació en la infancia, cuando su padre —Salomón Pérez, conocido como el viejo criollo de Cabuyaro— la introdujo en los cantos de vaquería, las vaquerías, el coleo, trabajo de potrero y los juegos autóctonos. La zaranda fue uno de ellos. Con el tiempo, aprendió no solo a hacerla girar, sino a fabricarla desde cero.

Una familia comprometida con la tradición y cultura llanera

Aunque vive en Bogotá, donde estudia educación física y entrenamiento deportivo, Selenne regresa con frecuencia para participar en eventos culturales. No se desliga de su origen. “Mi papá quería un hijo varón que fuera criollo, pero fui yo la que siguió sus pasos”, dice con tranquilidad. Su voz y sus gestos no requieren énfasis. Hay algo en su manera de estar que confirma lo que dice.

La competencia no se limita a lanzar la zaranda. Requiere técnica y conocimiento. Las categorías —serenita, tatareta y zumbadora— tienen diferencias en tamaño, duración y dificultad. Selenne trajo modelos para las tres, como quien llega preparada no solo para competir, sino para responder con compromiso a una práctica que considera parte de su historia personal.

Lanzamiento de Zaranda Llanera

Para su familia, estas actividades no son ajenas ni circunstanciales. Son parte de una vida compartida. La hermana y la sobrina también participan; el padre observa, acompaña, orienta. Lo que ocurre en espacios como este no se reduce al juego. Es un momento de transmisión, de reunión, de afirmación cultural.

La jornada de hoy ha concluido. Mañana continuará la competencia final en el parque infantil del municipio. Algunas clasificaron. Otras no. Pero todas hicieron girar su zaranda sobre el suelo con un mismo propósito: no dejar que se detenga lo que durante años ha sido parte del llano y de quienes lo habitan.

Selenne Pérez a sus 23 años se define como una joven orgullosa de sus raíces llaneras

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