La secuenciación de ADN de restos humanos hallados en Cundinamarca permitió identificar un linaje no registrado hasta ahora. El hallazgo corresponde a un grupo de aproximadamente 6.000 años, excavado en 1992 en Nemocón, cerca de Bogotá, y denominado Checua por el lugar de origen.

La Dra. Andrea Casas junto a cráneos humanos excavados en sitios arqueológicos.

Investigadores del Instituto de Genética de la Universidad Nacional lograron secuenciar el genoma de seis individuos del período Precerámico. “Al comparar con otros individuos de América, observamos un linaje no reportado previamente”, explicó Andrea Casas, investigadora principal del proyecto.

El conjunto arqueológico incluye restos parciales de unas 30 personas y un cráneo en buen estado de conservación. Según los análisis, a diferencia de otros hallazgos en la región, los Checua no comparten los mismos vínculos genéticos con poblaciones de Panamá y Centroamérica, lo que sugiere que podrían haber sido una comunidad aislada de cazadores-recolectores.

El profesor José Vicente Rodríguez, especialista en antropología física, destacó que el cráneo presenta un alargamiento mayor que el observado en poblaciones posteriores de la sabana de Bogotá. Además, muestra huellas de abscesos en la mandíbula, lo que indica posibles problemas de salud dental relacionados con infecciones.

Los investigadores plantean que factores climáticos, enfermedades o escasez de alimentos podrían haber influido en la desaparición del grupo, del cual no se conocen descendientes directos. El estudio también considera que la dieta de estas poblaciones estuvo marcada por la adaptación a erupciones volcánicas, que favorecieron el consumo de tubérculos.

El proyecto continúa con la incorporación de otros restos excavados entre 1987 y 2003, con el fin de ampliar el conocimiento sobre las primeras poblaciones que habitaron la meseta Cundiboyacense.

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