Hoy, después de mucho tiempo de querer contar la historia de un gran hombre, por fin puedo reunirme con él, en la acera de una pequeña casa, un Renault 4 de color verde confirma que he llegado al lugar correcto, con camisa manga corta de rayas, pantalón de tela y con sombrero llanero mi anfitrión me espera atrás de una pequeña reja.

Don David Pérez, con paso lento se acerca para recibirme mientras me da la bienvenida a su humilde hogar, al cruzar la entrada, la recepción la dan los retratos de grandes hombres del pasado, amigos que le recuerdan los días de antaño, entre ellos una hoja laminada cuelga de una puntilla sostenida por una pequeña bandera de Colombia, es la ordenanza número 21 de 1962, con la que se da por fundado el municipio de Villanueva Casanare.

La casa, al igual que su dueño es pequeña y llena de recuerdos de la Villanueva de antes, don David nació el 18 de junio del año 1948 en la finca el Caudal de la vereda Mata Suelta, conocida después como Villanueva, hijo de don Luis María Pérez y doña Clea Lara, tuvo seis hermanos por parte de mamá y ocho por parte de papá, con su esposa doña Ana Paulina Bohórquez tuvo un solo hijo, Luis Alberto Pérez, el cual le ha dado sus dos únicos nietos.

Cuando él era niño, trabajaba en los quehaceres de la finca de su mamá, la mayoría de cosas relacionadas con la ganadería. Por aquella época estalló en Colombia la conocida como “La violencia”, a raíz del “Bogotazo”, en el que los liberales eran perseguidos por el gobierno conservador, a raíz de esa situación la mamá de don David decide huir hacia Bogotá, con 6 de sus siete hijos.

“A los Cachiporros, como nos decían a los liberales, nos perseguía el ejército para quemarnos las casas o matarnos, entre las casas quemadas se encontraba la de mi mamá, nos tocó dejar todo botado, hasta que finalmente hubo un golpe de estado y pudimos volver en el año 1953, las cosas ya no eran iguales, no encontramos nada”.


Hablar con don David, es recordar la historia de la fundación de Villanueva, de cómo se reunían bajo un Algarrobo los antiguos, las ideas que don Antonio Forero, visionario de la época tenía para la ciudad que aún no lo era, imaginar edificios, calles, buses, talleres y hospitales sobre lo que aún era un monte, don David puede olvidar cosas del presente, pero no las del pasado, mucho menos las de la fundación de su pueblo, los hombres y mujeres que participaron y hasta de cómo, gracias al libro “Lo que el cielo no perdona”, surgió el nombre del municipio.

De joven, don David aprendió el oficio de la ganadería, algunas veces acompañando a su papá y luego de darse a conocer, por su propia cuenta, llevando ganado desde uno u otro lugar lejano hasta Bogotá o Villavicencio, su conocimiento de los territorios y la experiencia del trabajo no lo dejaban mucho tiempo quieto, atravesando la llanura y los ríos, guiando a hombres y caballos.

El amor lo encontró con doña Ana Paulina Bohórquez, de quien con admiración cuenta sobre cómo fue la primera secretaria del Palmar del Oriente, además de ser una de las que contribuyeron con la fundación del colegio Ezequiel Moreno y Díaz, “En aquella época todos nos conocíamos y nos reuníamos todos a hablar y a rumbear un rato, con ella iniciamos en el año 1986, nuestro hijo nació en el 87”, comenta don David.

Don David y su esposa doña Paulina Bohórquez posan en la sala de su casa.

El momento más difícil de su vida y como no puede ser de otro modo para alguien que prioriza el amor por su tierra, lo describe así: “lo más difícil fue la época de los paramilitares, alguna vez fuimos con mi familia a visitar una prima en Caribayona, al regresar el siguiente día, unos hombres nos querían quitar el carro y quien sabe que más, por “no pedir permiso para pasar por ahí”, yo le dije que no tenía por qué pedirle permiso a nadie para transitar por mi pueblo, me llenó de desilusión esa época, muchas personas sufrieron”.

“La familia es todo, ¿qué tal uno sin familia?, no seriamos nada, mi familia es aparte de mi esposa, hijo y nietos, casi toda Villanueva, la familia es una bendición y todos los días le agradezco a Dios por mi familia”.

El momento de mayor felicidad y satisfacción, relata don David, fue ver a su esposa recuperarse luego de enfrentar un cáncer, aunque no tiene la misma salud de antes y debe ayudarse de su caminador, la satisfacción de verla por la casa es lo que más felicidad le ha generado.

“¿Quién es don David?, me considero una persona humilde, amable, no le he hecho mal a nadie, me gustaría que, así como soy yo, sean todos los que han llegado y van a llegar a Villanueva, que lleguemos a hacer patria, debemos enseñar a nuestros niños a cuidar todo”.

Hoy escuché de las historias de antes, de los sueños de unos pocos para el futuro de un gran pueblo que no tenía casas, de los que creyeron en ese sueño y de los que lo hicieron realidad, de cómo poco a poco todos los que participaron y fueron llegando se sumaron, algunos con más y otros con menos, de sus decisiones y su determinación, de los problemas y las soluciones, del amor de un hombre hacia su tierra, don David vive en una pequeña casa donde sus memorias no caben, anhela ver una gran Villanueva, con instituciones fuertes, grandes y pequeñas empresas y en armonía con el medio ambiente.

Don David Pérez, frente a su casa en Villanueva Casanare.

Nota escrita: Carlos Barreto.

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